
14 de julio 2021
TRES MINUTOS DE HISTORIA
A tempranas horas del día 4 de julio del año 2021 los ojos de todos los pueblos del mundo se posaban sobre nuestro pequeño y largo país. Aquel día les comunicamos a todo el mundo que en Santiago de Chile se reúne, por primera vez con carácter de órgano soberano, la Convención Constituyente. Dicho órgano ha sido mandatado por el pueblo de Chile para terminar de una vez y para siempre con las injustas leyes que nos obligan a entregar nuestras riquezas básicas a manos extranjeras; a sacrificar nuestra biodiversidad para que sólo algunos privilegiados vivan en espacios medioambientalmente limpios; a sufrir el padecimiento de una vejez indigna de cualquier ser humano para permitir el enriquecimiento de la élite empresarial nacional y extranjera; para terminar con los sistemas educativos segregadores y los sistemas de salud que condenan a la muerte a innumerables enfermos que no tienen acceso a una atención oportuna ni a una medicina que ayude a paliar sus dolencias; para terminar con la vergüenza de los sistemas de viviendas sociales que nos condenan a vivir hacinados y que no permiten la más mínima intimidad de nuestras familias; para terminar con la superexplotación del trabajo rural en beneficio de las transnacionales que controlan y ejecutan un proceso deformante de nuestros campos; para terminar con todo tipo de discriminación sexual; contra la discriminación y explotación de nuestros hermanos inmigrantes; para terminar definitiva y resueltamente con la usurpación de tierras por parte de empresas forestales que desertifican nuestros territorios y agotan nuestros recursos hídricos.
En este día le hablamos a todo el mundo para declarar que desde hoy levantamos nuestra bandera, en lugar de la bandera de la élite criolla que ha mantenido la falsedad de la unidad nacional. Les decimos que ya no podrá caer sobre el pueblo el yugo del chauvinismo, que en nombre de una patria se ha justificado la barbarie y cometido las más atroces violaciones a los derechos fundamentales de las personas.
Le entregamos a todos los pueblos del mundo nuestro mensaje de reivindicación cultural, materializado en la asunción de la presidencia de la asamblea por parte de nuestra representante profesora de origen mapuche Elisa Loncón Antileo, quien asume acompañada de su guía espiritual, la machi Francisca Linconao Huircapán. Le decimos a todo el mundo que ya no es el cura, ni el morboso crucifijo, no es la cruz, no es el rosario ni la espada, es la más sublime relación del ser humano con la naturaleza simbolizado en las ramas de Canelo, el árbol sagrado que lleva en sus arcillosas manos la machi Linconao, los símbolos con los cuales orientamos nuestra relación de seres humanos con el mundo y el universo. Como si esto fuera poco y como presagiando lo que iba irremediablemente a ocurrir en esta primera sesión, la presidenta del servicio electoral hace un acto impensable hasta nuestros días, cuando nombra a cada uno de los miembros constituyentes no los hace jurar ni prometer, -lo que ya es un acto de rebeldía contra la moral judío-cristiana naturalizada como religión de estado-, sino “aceptar” la voluntad popular, la confianza del pueblo depositada en cada uno de ellos.
Le comunicamos a los pueblos del mundo que aquí comienza a caer el neocolonialismo. Aquí cae la vieja institucionalidad. Así como hoy cayeron sus símbolos, caerán sus injustas leyes y su instrumental ideología.
Le anunciamos a los humillados de siempre, a los pobres y a los desplazados que en nuestro país comienza el pueblo a escribir un trozo de nuestra historia y que la escribiremos con nuevas razones de tipo moral y humanas, con nuevas concepciones del derecho y del estado, con nuevas ideas ante la caducidad de la sociedad mercantil.
Nos reconocemos en los atrevidos, osados e incorruptibles estudiantes que saltando los torniquetes abrieron como la mejor de las metáforas las puertas de la democratización de nuestro país. Por esta puerta abierta ha entrado en su lento caminar que ha durado muchos años los trabajadores, las mujeres, los niños, los jóvenes, las minorías de todo tipo y los desplazados de siempre.
En tres minutos hemos notificado a los pueblos del mundo, que hemos comenzado a construir nuestra historia futura, reconstruyendo nuestro pasado y testimoniando nuestro presente.