INICIANDO LA CELEBRACIÓN DEL CENTENARIO DEL POETA
(1904 – 2004)

Profesor Doctor Luis Rubilar Solis
Versión actualizada de Ponencia presentada en el “Segundo Congreso de Humanidades”, organizado por la Facultad de Historia, Geografía y Letras de la UMCE (ex-Pedagógico) en noviembre de 1998, y publicada en la Revista “Contextos” N° 4 (1999: 87-95).
“Soy un poeta de utilidad pública. Mi poesía es propiedad de mi patria”
“Para nacer he nacido”
“Pero mi fe en la verdad, en la continuidad de la esperanza, en la justicia y en la poesía, en la perpetua creación del hombre, vienen desde ese pasado, me acompañan en este presente y han acudido en esta circunstancia fraternal en que nos encontramos…. Mi canto no termina. Otros renovarán la forma y el sentido. Temblarán los libros en los anaqueles y nuevas palabras insólitas, nuevos signos y nuevos sellos sacudirán las puertas de la poesía”.
La vidapoesía de Neftalí Reyes-Pablo Neruda (1904-1973) se despliega con el siglo XX, uniendo como simbólico puente floral los tres Gobiernos más progresistas ostentados por la historia nacional: José Manuel BALMACEDA (Astilleros Talcahuano, FF.CC. del Sur, Liceo de Temuco, Instituto Pedagógico, 1889), Pedro Aguirre CERDA (‘Winnipeg’ en 1939, Cónsul en México, Macchu Picchu, 1943) y Salvador ALLENDE (Embajador en Francia, Premio Nobel, 1971), conexión sustentada en los sólidos y subterráneos pilares construidos desde la Universidad de Chile por Andrés Bello, Valentín Letelier y Domingo Amunátegui, constituyéndola en mansión central de la cultura chilena.
Durante su etapa infanto-adolescente desde los tres años en Temuco, un tanto distante, geográfica y psíquicamente, de los hechos mundiales de la época (Primera Guerra Mundial, Revolución Rusa, Movimiento Estudiantil de Córdoba), Neftalí REYES elabora un larvado proceso de transformación identitaria personal, el cual alcanza su culminación en Octubre de 1920, al firmar un poema (‘Hombre’) con su nuevo y autocreado nombre: PABLO NERUDA.
Fueron años de lluvia, biógrafo, bosques, ñachis, veraneos en Parral y la playa, boticas, pájaros, trenes, escarabajos, retrato materno y lecturas, en las que transfiguraba su enlutada introversión el esmirriado huérfano. Varias figuras significativas fueron determinantes en su proyecto vital, la principal, en lo endogámico, la siempre presente ausencia de su madre ROSA, cuyo nombre se convertirá en la metáfora de las metáforas poéticas del nuevo personaje; su coercitivo padre y la sencilla mamadre, sus hermanastros, el mayor, Rodolfo, y la menor, Laura, la ‘conejita’ de las ‘Cartas’. Luego, en lo social, las de Carlos Mason, Gilberto Riffo (Juvencio Valle o ‘silencio’), Augusto Winter (de Puerto Saavedra) y su pariente Rudecindo Ortega.
En el ámbito liceano emerge la figura ductora de un Maestro, semi-olvidado, incluso por el propio discípulo: el Profesor de Francés Ernesto TORREALBA, egresado de las primeras hornadas del legendario Pedagógico. Él será quien oriente e incentive las lecturas que irán troquelando el destino del voraz adolescente: Gorki, Baudelaire y sus ‘Les Fleurs du mal’, y el siempre admirado Rimbaud, labor complementada aquel mismo año 1920, por la Directora del Liceo de Niñas, Gabriela MISTRAL. Mientras, el Profesor Torrealba abandona Temuco, y tras breve estadía en el Pedagógico, se dirige hacia Europa, como corresponsal de ‘La Nación’, produciendo dos notables obras de prosa referidas; una, a París (‘sentimental y pecador’, 1925) y, otra, a Holanda (‘el país de Esmeralda’, 1926). Adelantó, pues, el Maestro, y quizás, señaló la ruta del discípulo, no sólo hacia París sino también al inicial Oriente, desde donde operó NERUDA también, desde 1927, como colaborador de ‘La Nación’ y donde, en una colonia holandesa (Batavia) el abandonado Cónsul chileno encontraría una esmeralda, la holandesa María Antonieta Hagenaar, su primera esposa (1930) y madre de su única hija: Malva Marina, fallecida a los pocos años (1942). Fue, pues, el Profesor TORREALBA el contacto inaugural en la dialéctica relación entre el poeta y el Instituto Pedagógico Universitario.
El segundo vínculo aparece aquel mismo año 1920, cuando el 21 de Julio es asaltada la quinceañera FECH, buscando refugio en Temuco el dirigente José Santos GONZÁLEZ-VERA. Uno de sus contactos fue el joven Presidente del Ateneo Literario de Temuco y Pro-Secretario de la Asociación de Estudiantes de Cautín: Neftalí Reyes, concretándose un tercer nexo, al convertirse éste, a poco andar, desde Octubre, en corresponsal de la naciente Revista ‘Claridad’ de la FECH, órgano difusor de las inquietudes juveniles y, también, de las primeras producciones poéticas y reflexivas del también naciente Pablo NERUDA. El último eslabón temuquense, apenas salvado, para subir la escalera universitaria, fue una difícil Prueba de Bachillerato, bajo la tuición de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile. Así entraba por los años 20 el Pedagógico en la vida del poeta.
Con dos Premios en la mochila (Juegos Florales, Cauquenes, 1919, y Fiesta de la Primavera, Temuco, 1920), siempre en el corazón la tristeza por su sempiterno duelo materno y ahora por la separación de su polola TERUSA, la reina saludada de aquella Fiesta, NERUDA arriba desde el tren nocturno del sur a Santiago, para seguir la onda del Maestro: estudiar Pedagogía en FRANCÉS en el Instituto Pedagógico.
Su trayectoria estudiantil fue poco esforzada y menos brillante. Matriculado en Marzo de 1921 como Neftalí Reyes Candia, cursa durante 4 años las siguientes materias: 1er. Año: Francés (4); Lingüística (5) y Latín (4); 2º Año: Francés (4) y Pedagogía (4); 3er. Año: Francés (4); Latín (3) y Pedagogía (3); en 1924, aparece matriculado y cursando Filosofía y Pedagogía, sin llegar a presentarse a exámenes finales. Dada la vida bohemia y menesterosa que llevaba, ‘mis estudios se resintieron’, confiesa el poeta. En verdad, además, nunca fue su vocación la Pedagogía ni, menos, su predilección los estudios psicológicos, que siempre rehuyó defensivamente, guardando distancia respecto a toda actividad crítico-interpretativa de su obra.
Para aquel entonces estudiaban en la Universidad de Chile 4.500 alumnos, con un 25% de mujeres, mientras el Instituto Pedagógico contaba con 1100 estudiantes, de los cuales el 50% eran mujeres. En el curso de Francés de Neftalí Reyes ingresaron (1921) 96 alumnas y 88 alumnos, finalizando matriculados en 4º año (1924) sólo 12 alumnas y 5 alumnos, uno de ellos nuestro personaje. Las nóminas de estudiantes se separaban rigurosamente, hasta los años 50, en mujeres y hombres, y se evaluaba por una extraña escala de Notas con letras, la cual sólo fue modificada en 1929, en que entra a regir la conocida de 1 a 7. Durante aquel lapso se desempeñaban como Rector de la Universidad: Domingo AMUNÁTEGUI, como Decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades: Luis BARROS BORGOÑO, y como Directores del Pedagógico Arcadio DUCOING (1919) y Enrique NERCASSEAU (1922). Ejercían Cátedras consagrados Docentes y pioneras figuras de la Educación chilena: Luis Tirapegui y Pedro León Loyola (Filosofía y Psicología); Darío Salas (Pedagogía); Francisco Zapata, Rodolfo Lenz, Antonio Diez (Francés); y Rodolfo Oroz (Latín). Este último nos declaró hace poco, antes de morir, que lo aprobó sólo por ser buena persona y por vislumbrar la promisoria genialidad del discípulo. Según consta en Actas de la Facultad, de 11 de Abril de 1923, se nombra como Académica a Amanda LABARCA: la primera mujer que en carácter de miembro docente, ingresa a la Universidad.
Desde la primera pensión, de las varias en que se residenció, en Maruri Nº 513, empieza NERUDA la febril actividad creativa, perfeccionada en el viejo Pedagógico de Cumming con Alameda. Allí encuentra, primero, una razón para el paulatino olvido de Teresa y, pronto, un motivo para recordar toda su vida: ella se llama Albertina Rosa Azócar, hija de Maestros, viene de Arauco y es estudiante de Pedagogía en Francés. En definitiva, ambas, sus memoriales Terusa y Rosaura, al igual que ROSA en 1904, lo abandonarán, la primera en 1924 (‘Album Terusa’ 1923), y la segunda, en 1929 (‘Cartas a Eandi’). Las dos figuras, las de Marisol y Marisombra de sus ‘Veinte Poemas…’, fueron dibujadas sobre el fondo arquetípico de la imagen materna, la ROSA amada, perdida y recuperada, por la mediación simbólica y salvatoria que sólo la poesía, la terapia o la fe pueden procurar al ser humano en condición deprivada o doliente. El poeta rememorará así aquellos primeros años 20, desde Isla Negra, en Abril de 1973:
Mis recuerdos recorren tiernamente la vieja escuela universitaria, el Pedagógico, en que conocí la amistad, el amor, el sentido de la lucha popular; es decir, el aprendizaje de la conciencia y de la vida. De aquella escuela y de mis alojamientos sucesivos de estudiante pobre salieron a las imprentas mis primeros libros…Aquellos amores gozosos, lancinantes y efímeros, todo esto condicionó mi existencia. Nuestros pasos más serios iban hacia la Federación de Estudiantes de la calle Agustinas…
Durante esta etapa su centro difusor fue la ‘Claridad’ de la FECH, a cuya gestora voz poética, Domingo Gómez Rojas, encarcelado y mártir del Asalto a la Federación, vendría a substituir volando desde los bosques de la Araucanía. En el primer año, su poema ‘Canción de la Fiesta’ resulta ganador en los Juegos Florales de la FECH, y publicado en ‘Claridad’ (Nº 23, en su Primer Aniversario, el 15 de Octubre de 1921). Durante el lapso 1921-1926 el poeta escribe, con los seudónimos Sachka y Lorenzo Rivas, varias decenas de contribuciones: poemas, prosa, traducciones y ‘carteles’, junto al médico y dirigente anarquista Juan Gandulfo. Allí comparten espacio y amistad los jóvenes de la ‘generación del 20’, líderes y escritores connotados, entre ellos del Pedagógico: Mariano Latorre, Pedro Prado, Rául Silva Castro, Rubén Azócar, Tomás Lago, Yolando Pino, Jorge Millas, Homero Arce, Diego Muñoz, Juan Gómez Millas, Mariano Picón-Salas, Pedro León Loyola, Eugenio González, Luis Gómez Catalán…
Tiempos de efervescencia obrero-estudiantil, de la crisis salitrera y de espíritu anarco-sindicalista, cuyos efluvios apenas sí contagiaban el enlutado espíritu del jefe e integrantes de la banda nerudiana, vestidos de negra capa y sombrero alón. Sin embargo, desde sus años liceanos, Neruda leía y traducía con fruición al anarquista Jean Grave y, luego, al ruso Leónidas Andreiev y su ‘Sacha Yegulev’. Pero, fue más fuerte y decisivo el deseo de expresar a través de la escritura su propia y enrevesada subjetividad, la terrible pugna erótico-tanática que lo envolvía.
Así nacerán, entre sincréticas y confusas vivencias de soledad y pobreza y fuertes necesidades de amor, sus primeras obras poéticas. La inaugural, CREPUSCULARIO (1923), dedicada a su amigo Juan Gandulfo, a su vez inaugura el críptico y diacrónico canto lírico sin fin a Rosa, su ancestral amor ausente. A partir de este ‘desconsolado jardín adolescente’, el sembrador y herbolario de rosas, cubrirá y preservará sus secretos cultivos con sustantivos y adjetivos nombrándola e invocándola incansablemente, aún en el final del viaje, en su ‘Jardín de invierno’ (1974), el más grave en su metamorfoseada y alucinante vida. El cuerpo textual de la obra anunciaba al poeta grande, tal como lo advirtiera, consagrándolo, el profesor del Pedagógico, Pedro PRADO: ¡Poetas: éste no es un libro más. Es el augurio de que un gran poeta está naciendo entre nosotros!.
Resulta paradojal el hecho de que su segunda obra, sus hoy inmortales ‘Veinte Poemas…’, estuviera a punto de no ser editada, dado el riesgo en la gestión económica y la peligrosa semántica erótica que portaba consigo. A la oportuna intervención del escritor y gran señor, Eduardo Barrios, se debe que hoy podamos conmemorar 78 años de su primera Edición, en 1924. De sus numerados Poemas refiere su autor:
son el romance de Santiago, con las calles estudiantiles, la universidad y el olor a madreselva del amor compartido…Los trozos de Santiago fueron escritos entre la calle Echaurren y la Avenida España y en el interior del antiguo edificio del Instituto Pedagógico… Marisol es el idilio de la provincia encantada con inmensas estrellas nocturnas y ojos oscuros como el cielo mojado de Temuco. Marisombra es la estudiante de la capital….
Desde entonces, por décadas, decenas y decenas de Profesores de Estado en Castellano difundieron, criticaron y regaron los versos nerudianos por todos los surcos de la patria, y más allá, sobrevolando las peripecias de crisis económicas, de guerras y exilios, hasta asentarlos en los corazones y en las bocas de otros adolescentes enamorados, transformándose en piezas musicales y canciones, hasta que, con ardiente paciencia, nuestro Antonio SKÁRMETA, desde el propio exilio de su Pedagógico, y a través del teatro y del cine, lo transformara, contrariando al poeta, en solidario y freiriano Maestro del humilde y enamorado postino Mario Ruópolo.
Por su parte, ya alejado del Pedagógico y de su Albertina Rosa, el poeta llegaba con los 30, al pozo del subjetivismo, perdido como mónada en el Oriente, hasta que la Guerra Civil Española (1937), la muerte real (del nombre) del padre y de la mamadre (1938), la experiencias de México (1941) y Macchu Picchu (1943), y su propia vivencia del destierro de la patria chica, lo inducen a adoptar las banderas del Humanismo bellista, del ideario comunista y de la lucha social por la Paz.
Pasarán los años, y dos nuevos nombres vicariantes del profundo amor no encontrado atravesarán el corazón del poeta; uno, orientador y maternal, el de Delia del Carril (Madrid, 1934), la infatigable y semiótica Hormiguita, y el otro, construido, involucrante y definitivo: Matilde Urrutia (México, 1949), la meteórica aparición de medusa que lo envuelve, Rosario de la Cerda, la innombrada de Capri (1952), el amor desterrado que lo devuelve a las uvas y vientos de su olvidada tierra y madre parralinas:
Sentí que me tocabas / debajo de la tierra…/ yo conozco esa rosa / yo conozco la sangre de esa rosa/ como un sabor de flor que conocía/ algo tiñó mis labios con el licor oscuro/ de las plantas silvestres de mi infancia…ella no es ella, ella es otra/ algo crepita en ella que me llama/ toda la tierra que me dio la vida/ está en esta mirada.
Así se produce un semi-cierre del círculo temporal, terrestre y lunar en el corazón de Neftalí-Pablo, pudiendo dedicarse, más liberado, a los muchos deberes que sus compromisos con el pueblo chileno y latinoamericano le demandaban.
En Chile, desde temprano acompañaron al poeta en su poético deambular y en sus variadas residencias una pléyade de biógrafos, críticos, antagonistas, continuadores, en su mayoría formados o formadores en las aulas del Pedagógico (o las instituciones sucesoras): Fernando Alegría, Mario Ferrero, Hernán Loyola, Félix Schwartzmann, Ricardo Latcham, Humberto Díaz C., Héctor Fuenzalida, Eleazar Huerta, Alfonso Calderón, Hugo Montes, Cedomil Goic, Gastón Soublette, Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, Carlos Santander, Antonio Avaria, Mariano Aguirre, Mario Rodríguez, Jaime Concha, Juan Villegas, Guillermo Atías, Maximino Fernández, Nelson Osorio, Poli Délano, Carlos Cerda (amigo recién fallecido), Jorge Teillier, Omar Lara, Oscar Hahn, Alejandro Lora, Eugenia Neves, Ariel Dorfman, Carmen Balart, Soledad Bianchi, Naín Nómes, Nelly Olguín, Manuel Jofré, Oscar Aguilera…
Tras su partida física en 1973, muchos de ello(a)s lo multiplicaron y revivificaron, muchos esparcidos por el exilio en diversos países del mundo, algunos ya idos, otros ya retornados, u otros, repartidos por las provincias de Chile, su ‘pequeño pétalo, de mar, y vino y nieve’. Cuántas veces quienes vivimos el destierro, desde los 70, nos sentimos plagiados con el lenitivo ‘Cuándo de Chile’ que nos regalaba Pablo renaciendo desde su último destierro. Entre otros espacios creados durante el exilio chileno, en 1978 se funda ‘Araucaria de Chile’, en la cual muchos de los nombres citados y exonerados universitarios, reciclaron la impronta nerudiana, irradiando luces hacia la apagada cultura nacional y trenzaron un lazo de unión entre los chilenos de la diáspora, como expresara su Director Volodia TEITELBOIM, en Madrid, al cumplir la Revista su primer quinquenio. El Nº 26, de 1984, se dedicó como Homenaje al poeta: se cumplía su 80º Aniversario natal y el 60º de los ‘Veinte Poemas de Amor y una Canción desesperada’.
Amén de Revistas y publicaciones, tanto nacionales como extranjeras, conteniendo producciones o referencias focalizadas en nuestro personaje, la Universidad de Chile, a través de sus centenarios ‘Anales’ guarda las suyas, especialmente en sus ediciones de 1964 (CXXII, Nº 131) y de 1971 (CXXIX, Nº 157-160), así como en múltiples Revistas internas y en su consagrada Editorial. Acorde con los tiempos, en Internet existe hoy una página WEB universitaria en la que se encuentran, junto a su amiga GABRIELA, los indicadores icónicos y textuales más relevantes de la variada vida y prolífica producción artística del poeta.
Antes de cumplir medio siglo de vida, NERUDA inicia un cuidadoso proyecto de Fundación institucionalizada en pro de la poesía nacional, para lo cual concentró su gestión en la Universidad de Chile. Por escritura pública de 19 de Noviembre de 1953, ante la Notaría Bravo-Gálvez de Santiago, le hace donación de su Biblioteca personal, con 6.550 volúmenes físicos, más de 3.500 Obras, 40.000 caracolas y más de 1000 Revistas y Manuscritos. Se suman a lo anterior, valiosos materiales iconográficos, almanaques antiquísimos, autógrafos, ediciones originales e incunables, y numerosos ejemplares de su propia Obra, en ediciones tanto chilenas como internacionales. El cultivo del espíritu y de la letra, de Oriente, de Europa y de América, junto a textos científicos, de malacología y ornitología, o de historia natural y crónicas de viajeros, conforman una formidable colección pletórica de humanidad. El Rector, Profesor Juan GÓMEZ MILLAS, en Oficio Nº 58, de 4 de Enero de 1954, junto con agradecerla, le señala que, por Acuerdo del Consejo Universitario, la Biblioteca constituirá un organismo académico destinado al estudio de la poesía en sus fuentes y en su desarrollo con acentuación especial en el examen de la poesía americana.
Paralelamente, en aquella fecha, Enero de 1954, NERUDA dictaría una serie de 5 Conferencias sobre su vida y obra, en el marco de la Escuela de Verano de la Universidad de Chile (Salón de Honor), publicadas posteriormente en Revistas como ‘O’Cruzeiro’ en Brasil, o ‘Ercilla’ y ‘Vistazo’ en Chile, y dos de ellas en textos (‘Infancia y poesía’ y ‘Algunas reflexiones sobre mi vida y poesía’).
El Acto de entrega oficial de la Biblioteca se llevó a cabo el 20 de Junio de 1954, en Lynch Nº 164, con sendos discursos del Rector y de Neruda, publicados por la Editorial Universitaria. El poeta así dijo: la entrego a la universidad por deber de conciencia y para pagar, en parte mínima, lo que he recibido de mi pueblo…. Y es en la Universidad, el centro cognitivo del país, el lugar en el cual el poeta es homenajeado, pocos días después, al cumplir los 50 años. Entonces, colocó en el centro de su discurso la frase justa y necesaria: “bien vale la pena haber vivido si el amor nos acompaña”.
NERUDA intentó, sin lograrlo, establecer una Fundación para el estudio de la poesía, sin embargo, años después de su muerte, en plena Dictadura, se concreta su sentido Proyecto, a través de la creación de la ‘Fundación Pablo Neruda’ (1986), con variadas tareas de conservación, difusión y recreación del legado material y cultural del poeta. Son muchos los nombres comprometidos, las actividades realizadas (‘talleres de poesía’, desde 1988), los textos y publicaciones (Boletines y Cuadernos, entre ellas), los espacios y contactos alcanzados, e irradiaciones informáticas que esta Fundación ha llevado a cabo, por lo cual queremos simbolizarlos nombrando sólo a dos personas: una, su viuda, Matilde Urrutia y, otra, su actual Presidente el Abogado y Académico Juan Agustín Figueroa, a cuyos sacrificios y tesón, junto a los de tantos, presentes y ausentes, de aquí y de allá, se debe en alto grado tan loable logro para la cultura nacional, latinoamericana y universal.
Cuando los aires de la Reforma Universitaria ya soplaban sobre las viejas estructuras universitarias, el 30 de Marzo de 1962, en Macul 774, la Facultad de Filosofía y Educación, recibe a su ex-alumno, designándolo como Miembro Académico ‘en reconocimiento a su vasta labor poética de categoría universal’. El Acto de Homenaje estuvo presidido por dos viejos amigos, desde aquellos gloriosos años 20: el Rector Juan Gómez Millas y el Decano Eugenio González Rojas. El Profesor de Física, Nicanor PARRA (nuestro Premio Nacional de Literatura, 1969), su par hoy aspirante al Nobel, tuvo a su cargo el Discurso de recepción. La pieza oratoria del nuevo Académico se articuló sobre ‘dos nombres de esclarecidos escritores, ambos antiguos miembros de esta Facultad’, titulándola: ‘Latorre, Prado y mi propia sombra’. Al agradecer el honor concedido culmina sus palabras diciendo que entre todas las instituciones de mi patria, aprendí a amar y respetar a la Universidad…. Consecuentemente con su predicada avidez para los olvidos, en su Discurso brillan por su ausencia los nombres de sus Maestros, entre ellos, el de su Profesor de Francés, Ernesto TORREALBA, y muy especialmente, el de Andrés BELLO. Excepcionalmente, TORREALBA es apenas recordado en París como profesor de Francés en el cielo, y sus Profesores del Pedagógico, los Rodolfos LENZ y OROZ, serán respaldados públicamente por el ex-alumno para lograr que la Universidad de Chile publicase el ‘Diccionario Araucano’ del primero. En cuanto a BELLO, lateralizado en pro de su apoyo a SARMIENTO (polémica de 1842), hace que apenas consigne algún reconocimiento dos o tres veces en el corpus textual total de su Obra (en Santiago, 1953, y en Caracas, 1959).
Durante la otra década gloriosa nacional, la de los 60, la letra de Pablo NERUDA se expande hacia las Artes escénicas, primero, a través de la traducción de ‘Romeo y Julieta’, de su viejo padre literario, William SHAKESPEARE y, luego, por una creación propia: ‘Fulgor y muerte de Joaquín Murieta’, ambas representadas por el Instituto de Teatro de la Universidad de Chile (ITUCH), estrenadas en sendos Octubres de 1964 y 1967, respectivamente. El poeta tuvo amigos del alma en el mundo del Teatro, la mayoría de los cuales ha cooperado en la difusión y representación de sus obras: Pedro de la Barra (fundador del ITUCH, 1941), Roberto Parada, Inés Moreno, Marés González, Bélgica Castro, Humberto Duvauchelle, María Maluenda, Naldy Hernández…, por nombrar a algunos(as). Igualmente sus poemas se han musicalizado, alcanzando muchos de ellos categorías clásicas, en especial los ‘Veinte Poemas’ y el ‘Canto General’, resonando sonetos y acariciando olas y odas en cintas, videos y discos compactos, con aportes de Vicente Bianchi, Sergio Ortega, Víctor Jara, Luis Advis, ‘Aparcoa’, ‘Quilapayún’, Patricia Vásquez, Manuel López, Cristián Uribe… entre otros. Finalmente, en el área de las Artes Plásticas se dibujaron, plasmaron y esculpieron sus portadas, íconos y variada temática poética a través de las manos de muchos artistas tales como Israel Roa, Gregorio de la Fuente, Nemesio Antúnez, José Balmes, Laura Rodig, María Martner, Sergio Montecino, René Poblete…y en las innmurables de los artesanos del pueblo…o se reflejaron a través de fieles lentes fotográficos. En este Invierno del 2002, ya cumplidos 29 años de su partida física y 31 del Nobel de Literatura, además de los polifacéticos artículos y sesudos libros dedicados al poeta, su vidapoesía transita y vuela en andas de la globalización y de la compresión informática, con sus insumos, datos y verdes íconos moviéndose en el ciberespacio. Navegando van sus poemas y se esparcen repartidas sus flores y rosetas por cables de TV o redes de Internet, en multicolores ropajes y tornasoladas imágenes. NERUDA, pez engarzado en las electrónicas ondas y magnéticas rosas de la cultura electrónico-visual, buceando sus ríos arteriales o sobrevolando sus americanos territorios, aprestándose para seguir naciendo con el nuevo milenio, desde el 2000.
Abordaremos ahorita una relación originalísima, que es parapsicosocial, subterránea y alada, entre el Rector cultural Andrés BELLO y el poeta NERUDA.
En 1823, cuando BOLÍVAR, poseído por el dios de Colombia y del Tiempo escribía su ‘Delirio sobre el Chimborazo’, BELLO, perdido en Londres, invocaba a la Poesía para que volara hacia la América:
¿qué morada te aguarda?/ ¿qué alta cumbre,/ qué prado ameno, qué repuesto bosque/ harás tu domicilio?…/ ¿o más bien te sonreirán, Musa, los valles/ de Chile afortunado, que enriquecen/ rubias cosecha, y suaves frutos;/ do la inocencia y el candor ingenuo/ y la hospitalidad del mundo antiguo/ con el valor y el patriotismo habitan?.
Exactamente cien años después, en 1923, un joven poeta publicaba su primera Obra: ‘Crepusculario’, en aquellos valles de Chile afortunado.
En el Discurso Inaugural de la Universidad de Chile, en 1843, su Rector-Fundador, el Humanista por antonomasia del siglo XIX chileno, expresará:
La Universidad, alentando a nuestros jóvenes poetas, les dirá tal-vez: ‘Si queréis que vuestro nombre no quede encarcelado entre la Cordillera de Los Andes y el mar del Sur, recinto demasiado estrecho para las aspiraciones generosas del talento; si queréis que os lea la posteridad, haced buenos estudios, principiando por el de la lengua nativa. Dejad los tonos muelles de la lira de Anacreonte y de Safo; la poesía del siglo XIX tiene una misión más alta…¿y cuántos temas grandiosos no os presenta ya nuestra joven República? Celebrad sus grandes días; tejed guirnaldas a sus héroes; consagrad la mortaja de los mártires de la patria….
Consideramos que este mensaje, fundacional y orientador para la poesía nacional, demoró exactamente cien años en tener efectos pragmáticos. Hacia los años treinta, Neruda aún se debatía en los muelles y angustiosos tonos egocéntricos y líricos; tras un larvado proceso que incluye su ‘Canto para Bolívar’ (‘despierto cada cien años cuando despierta el pueblo’, 1941) y su experiencia perceptual de Macchu Picchu, en 1943, genera un cambio radical de su identidad psicosocial y, correlativamente, de ‘arte poética’, así relatado por él:
Las horas amargas de mi poesía debían terminar… Me pareció encontrar una veta enterrada, no bajo las rocas subterráneas, sino bajo las hojas de los libros. Puede la poesía servir a nuestros semejantes? Puede acompañar la lucha de los hombres? Ya había caminado bastante por el terreno de lo irracional y de lo negativo. Debía detenerme y buscar el camino del humanismo, desterrado de la literatura contemporánea, pero enraizado profundamente en las aspiraciones del ser humano. Comencé a trabajar en mi ‘Canto General’. (CHV: 196).
No es casual, pensamos, que en la comentada Biblioteca de NERUDA, ocupen lugares privilegiados tres Obras, en sus ediciones originales: ‘La Araucana’ de ERCILLA, la ‘Histórica Relación del Reyno de Chile’, del padre OVALLE, y el ‘Repertorio Americano’, de BELLO (edición Eckerman de Londres, en 4 Tomos), las cuales fueron fuentes primarias de esa riada americana que es el ‘Canto General’.
¡Qué duda cabe que el poeta, conscientemente o nó, estaba cumpliendo el díctum del Maestro! ¡Qué duda cabe que la ‘alta cumbre’ que aguardaba llevaba por nombre Macchu Picchu, que la Poesía se vino a exprimir en las uvas maternales y a volar con los vientos puelches de Parral, a morar en los campos de aromos rubios de Loncoche, y a renacer en los bosques de Temuco, en la misma y propia tierra de los araucanos Lautaro y Caupolicán, cantados por Ercilla y por él mismo en sus ‘Silvas’!; ¿qué alumno de la ‘Casa de Bello’ y nombre de la poesía chilena llevó a su más representativa expresión aquel señero mandato del Rector?; ¿quién cumplió esa ‘misión más alta’?; ¿qué nombre de la poesía, junto al de Gabriela, trascendió los límites de la comarca, y cantó los temas allí señalados por Bello?.
El poeta tuvo una actitud crítica y defensiva frente a lo cultural, pedagógico e intelectual, quizás debido a su condición de autodidacta (aprendí a volar y enseñé volando) y a la evidente nutrición experiencial, no mediada (me niego a masticar teorías), de su vena poética (‘poesía impura’). Sin embargo, en su vidapoesía, aparece el otro lado de la medalla o la mera ambivalencia. En la medida en que se va arropando con identidad social-humanista y latinoamericana, va advirtiendo en sus escritos y expresando en sus actos, el poder y la dignidad de la palabra, la importancia de la alfabetización y la educación. En 1938 escribe un bellista artículo titulado ‘La educación será nuestra epopeya’. En 1953 organiza en Santiago el ‘Congreso Continental de la Cultura’; desde 1949 es nombrado Miembro del Consejo Mundial de la Paz, y en 1957 es elegido Presidente de la Sociedad de Escritores de Chile. Dada su acción artístico-cultural, diversas Universidades e instituciones le otorgan distinciones: Doctor Honoris causa (Michoacán, 1941; Central de Venezuela, 1959; Oxford, 1965), Orden del Águila Azteca, 1946; Miembro Correspondiente, U. de Yale, 1961; Condecoración Sol del Perú (1966); Premio ‘Viareggio-Versilia (1967); Medalla Joliot-Curie (1968). Homenajes: Academia Brasileira de Letras, 1945; U. de Chile, 1954; U. de Concepción, 1968; Húesped de honor: Manizales y Arequipa, 1943; Caracas, 1959. Amén de los Premios: Municipal (1944), Nacional (1945) y Premio NOBEL (1971). Es mucho, pues, lo que la Cultura dio a NERUDA y mucho lo que NERUDA dio a la Cultura. El espíritu de la letra y el poder del alfabeto no sólo le otorgaron su nombre: Yo, el anterior, el hijo de Rosa y José / soy./ Mi nombre es Pablo Neruda, por arte de / palabra: PABLO, poeta de papel. Consciente y leal con los que le precedieron en su ‘arte poética’ dirá que debe a todos los que escribieron antes, y en todas las lenguas. En el proceso formativo-cultural de NEFTALÍ REYES, la influencia del Profesor TORREALBA y de su pasantía de 4 años por el PEDAGÓGICO fue determinante, no sólo para la amistad y el amor, sino muy fuertemente para su aprendizaje de la letra e idiomas que le allanarían el camino tanto hacia la formalización creativa y recreativa de su labor (traducciones de Rilke, Baudelaire, Joyce, Blake, Shakespeare…), como hacia la obtención de tan dignificantes roles y tantos galardones socioculturales por él logrados.
Este año, por fin, el poeta y ex-alumno del Pedagógico ocupará un espacio en los verdes prados de la institución, con su efigie esculpida por Luis Ahumada para la mnémesis y modelaje de los estudiantes del Pedagógico del siglo XXI y como justo homenaje a su genio y figura. Por ello, cerraremos esta nerudiana presentación con el verbo del poeta y sus ambivalentes referencias a la temática de la palabra y el libro, en odas y prosas:
Libro cuando te cierro/ abro la vida/…no has podido empapelarme…/déjame libre…/vuelve a tus biblioteca/ yo voy por las calles/ He aprendido de la vida,/…y no puedo enseñar a nadie nada/ sino lo que he vivido (‘Oda al Libro’, I); Libro/ hermoso/ mínimo bosque/ el hombre /descubriendo/ los últimos secretos/…el campesino arando con un libro (II); de joven/ te ignoré, me vistió/ la suficiencia…/pero un día/ árbol…/ las palabras/ brillaban en su copa inagotable…/ cargadas de verdad y de sonido…/eres preservación/ fuego escondido…/ de tierra soy y con palabras canto…(‘Oda al Diccionario’); En su Oda ‘A la tipografía’ pedirá: Letras, / seguid cayendo/ como precisa lluvia/ en mi camino. En su compendioso ‘Memorial’ (1964) reconocerá: Libros sagrados y sobados, que hicieron surgir el árbol del conocimiento.
De su no menos prolífica prosa destacaremos dos pasajes. Uno, escrito cuando visitó la abandonada tumba de su compañera Gabriela MISTRAL en Montegrande (1964):
En nuestras Universidades hay muy pocos hijos de obreros y ni uno solo de campesino. Tenemos muchos millones de analfabetos…Gabriela pudo salir del subterráneo… y aquí vienen las escuelas y los niños, cantan los versos de ella contemplando el total abandono de su sueño.
Otro, final y sintético, con las palabras pronunciadas en el Acto de donación de su Biblioteca a la Universidad en Junio de 1954:
Yo fui recogiendo estos libros de la cultura universal…la unidad del conocimiento continúa la naturaleza, la inteligencia revela las relaciones más remotas o más simples entre las cosas, y entonces unidad y relación, naturaleza y hombre se traducen en libros…Aquí está reunida la belleza que me deslumbró y el trabajo subterráneo de la conciencia que me condujo a la razón, pero también he amado estos libros como objetos preciosos, espuma sagrada del tiempo en su camino, frutos esenciales del hombre. Pertenecen desde ahora a innumerables ojos nuevos. Así cumplen su destino de dar y recibir la luz.